El potencial necesario para ser creativos
lo tenemos todos desde la cuna. Nos diferenciamos solamente en cuanto al grado
de desarrollo que exhibe esta capacidad y en qué ámbitos le resulta más fácil a
cada uno poder ser creativo.
Para que un joven futbolista
desarrolle y plasme su potencial creativo, requiere nutrirse de un variado
bagaje de experiencias lúdicas durante muchos años. Casi todos hemos sido más
creativos cuando niños, que durante la adolescencia o adultez, porque existen
más espacios y posibilidades para jugar en la etapa preescolar. Hasta los 6
años, generalmente, aún es posible observar un desarrollo sano y normal de la
creatividad.
Cuando el niño ingresa al
colegio, sin embargo, este proceso evolutivo llega a detenerse en muchos casos
por el efecto negativo de los métodos de enseñanza con orientación intencional
y con normas muy estrictas. Los tiempos disponibles para el juego abierto van
reduciéndose y el colegio se transforma con frecuencia en una exigencia
asfixiante y absorbente. Las condiciones que afronta el niño en el fútbol
tampoco son las mejores para el desarrollo de su creatividad. Muchas medidas,
que han sido por décadas componentes fijos e indiscutidos del proceso de
enseñanza-aprendizaje en el mundo del fútbol, constituyen hoy en día obstáculos
que restringen la expresión del potencial creativo que cada niño lleva dentro
de sí.
Deberían crearse las siguientes
condiciones para que nuevamente veamos crecer y madurar en nuestros campos de
fútbol más jugadores creativos.
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